domingo, 19 de diciembre de 2010

ARJONA VS PÁEZ

¿Cómo es posible que Arjona diga que Fito Páez está en un "decenso de capacidad artística" cuando él está copiando el mismo formato de sus canciones. El nuevo sencillo de Arjona: Vida, dice casi lo mismo que canción del argentino: Al lado del camino, donde Arjona habla de lo mismo y del mismo modo.

Ejemplo:


Arjona:


"Mi viejo era el profe de la escuela mi mama el sargento del lugar yo era su boceto en acuarela el tercero y último en llegar. (...) Brasil fue campeón en el `70 y en la radio Paul decía Hey you el gol de Pelé en cámara lenta y el cigarro entraba en el menú"

Páez:

"Yo era un pibe triste y encantado de Beatles, caña Legui y maravillas los libros, las canciones y los pianos el cine, las traiciones, los enigmas mi padre, la cerveza, las pastillas los misterios el whisky-malo los óleos, el amor, los escenarios (...)

"

Otro ejemplo:


Arjona:


"Vi tantas lunas que ya no sé si soy o si fui. Tantas vacunas para lograr sobrevivir"


Páez:


"Me gusta abrir los ojos y estar vivo, tener que vérmelas con la resaca (...) Yo ya no pertezco a ningún itsmo, me considero vivo pero enterrado, yo puse las canciones en un walkman el tiempo a mí me puso en otro lado"



El último ejemplo:


Arjona:


"Le pongo play a mi cerebro para ver lo que un día fui. Vida, por qué se acabará la vida, te vez jugando a las escondidas y al voltear preguntas..."


Páez:


"Para acordarme en sueños de mi casa, del chico que jugaba a la pelota. Del 49585, nadie nos prometió un jardín de rosas hablamos del peligro de estar vivos"

miércoles, 7 de julio de 2010

El oscurantismo nacional (La imposición de la lectura de la Biblia)

Fue una época en donde se prohibía disfrutar de la ciencia. Un momento en donde la iglesia se aprovechó de su poder para convertirse en el primer mundo. Fue en la edad media. En tiempos que los idiotas era los inteligentes.
Todos creímos que eso ya había pasado a la historia. Que eran números casi despreciables, en el mundo, los países que aún viven que cierto oscurantismo. Hoy, en pleno siglo XXI, nos encontramos con la sorpresa que aún vivimos en ignorancia. En oscurantismo. Y El Salvador hoy es víctima de ese retraso histórico.
La imposición de la lectura de la Santa Biblia es una vana regresión a la edad media. Es ingenuo el pensar que con la lectura de la Biblia minimizaremos o desapareceremos los índices de violencia en el país. Los milagros no se dan de ese modo.
La violencia en El Salvador es un fenómeno proliferado por los grados de alfabetización, pobreza y de identidad familiar. No se solucionará nada con leer la Biblia, 10 minutos, de lunes a viernes. El crimen es politeísta y en su mayoría, los delincuentes, son practicantes fieles de las doctrinas cristianas.
Es lamentable escuchar frases como: “Esperamos que los que hoy se oponen a la lectura de la Biblia no vayan estar mañana a favor del aborto y las bodas gay". Frase declarada por el diputado del partido ARENA, Marcos Salazar. O, en mi opinión, la peor frase dicha hasta el momento en este tópico de carácter nacional: “Espero que esto se resuelva para bien y los pequeños puedan conocer a Dios. Si los jovencitos leen a un borracho con delírium trémens como Edgar Allan Poe ¿Por qué les niegan la Biblia?” Citando al pastor Carlos Rivas, del Tabernáculo de Avivamiento Internacional. Ambas son argumentos falaces. Son argumentos cuyo único objetivo es, por medio de una simple manipulación del lenguaje, que sus receptores piensen con el corazón en lugar que con el cerebro. Provocan una simple carga de conciencia a todos aquellos que aun no comprenden la gravedad del tema.
Señores, no hay nada de malo en leer la Biblia. Lo que se está criticando es el irrespeto a la libertad de elección al que el salvadoreño, por ser persona, tiene derecho. Además mi crítica va hacia los pensamientos medievales de creer que por medio de una acción tan pasiva, gubernamentalmente hablando, se quieran degradar los niveles de violencia en El Salvador.
El Salvador no es el único país con violencia en el mundo. Es cierto que en los últimos años, esa violencia, ha aumentado sus cifras, pero aún así no somos el único país violento. No podemos quedarnos en casa y esperar milagros. Para las personas comunes, como nosotros, es difícil pensar que podemos erradicar el crimen. Muchas veces nos invade el miedo. Pero tampoco podemos tomar una acción pasiva y creer que escondiéndonos tras la Biblia desaparecerá el problema. No hay que cerrar los ojos, hay que abrirlos.

domingo, 27 de junio de 2010

El liderazgo de Potter contra el encaprichado Cullen (La guerra de las sagas)

Felipe García (Opinión)


En la actualidad se está desarrollando una guerra comercial entre dos productos cinematográficos, nacidos de una literatura juvenil-contemporánea.
Este 2010 contará con el estreno de dos adaptaciones fílmicas de los libros Harry Potter y las reliquias de la muerte (J.K Rowling); y Luna nueva, de la bautizada: Saga de Crepúsculo (Stephanie Meyer). Ambas historias han cumplido con un objetivo importante. Vender entradas en las taquillas de los cines a nivel mundial. No solo entradas. Las franquicias de estas sagas literarias han logrado que los distintos mercados se beneficien al poder vender productos que lleven el rostro de los actores que caracterizan a estos héroes y anti-héroes del siglo XXI.
Pero qué es lo que estas dos sagas tiene que ha provocado que miles de jóvenes se peleen por consumir toda mercancía relacionada con su película favorita, a la vez de pelearse por demostrar cuál es mejor.
Comencemos diciendo algo que me costó entender, o que no quería entender. Ambas autoras, tanto Rowling como Meyer, son excelentes escritoras. Ambas lograron algo que muchos otros narradores, quienes también han podido llevar sus sagas de libros a la gran pantalla, no lograron. Hacer que la juventud (incluyendo los niños) lean. Alabadas sean las dos por lograrlo.
Sin embargo sus trabajos son evidentemente distintos e idénticos a la vez. Ambos son literatura de ficción fantástica. Pero sus temáticas son radicales.
Hay cuatro sagas, de las que yo he escuchado, que en la actualidad se encuentran en desarrollo. La del norteamericano Dan Brown (la llamada saga de El código Da Vinci); la del irlandés C.S. Lewis (Las crónicas de Narnia); la popular saga británica de Harry Potter y la de Crepúsculo (también norteamericana).
Harry Potter, adaptada al cine por primera vez en el año 2001, nos narra la historia de un niño mago que tiene la responsabilidad de matar al malvado Lord Voldemort, temible mago quien además de promover el caos en el mundo mágico, es el responsable del asesinato de los padres de Potter. Una historia que de manera fantástica nos presenta los dos rostros del ser humano en presencia del poder y liderazgo. Harry Potter el niño que según las profecías será el que ponga fin al mundo de las sombras creado por su alter-ego Lord Voldermort, quien no es más que el hombre insatisfecho del poder que posee y busca expandir sus dominios para llenar el vacío moral que existe como resultado de un pasado. Ambos nacieron sin poder (la falta de poder es representada al presentar a los dos personajes como huérfanos) y cada uno obtienen el poder de distintas maneras. A Harry (el niño elegido) le es otorgado ese poder por decisión de todos los magos que buscan la protección;Harry Potter, resulta ser el lider o representante político de un grupo de personas. Lord Voldemort toma ese poder a la fuerza, para beneficio propio. Para alimentar su ego y borrar todas las situaciones de inferioridad que estuvieron presentes en su niñez. En otras palabras, Lor Voldermort es la representación del hombre que no logrará su realización personal, hasta ser reconocido como superior y por ende ser reconocido como persona.
La saga de Crepúsculo, por otro lado, nos presenta la historia de Isabella Swan. Una adolescente que se enamora de un joven vampiro quien también está encaprichado con ella. Isabella está dispuesta a ofrecer su "vida en sacrificio al amor". Pero la historia no deja de ser eso. La narración de un amor pueril. Lo que al principio parece ser una metáfora temática (el sacrificio de su vida por la eternidad) queda expuesto a partir del tercer libro como lo que en verdad representa. La entrega de la virginidad femenina a cambio del amor eterno por parte del hombre. A parte de ese objetivo, que la protagonista tiene, nos percatamos que la historia es plana y sin ningún otro objetivo. Los momentos climax (como la aparición de los tres vampiros que desean asesinar a Bella y la aparición de los Vulturis) no son más que situaciones improvisadas con la intención de generar el drama y el suspenso en los cuatro libros. Crepúsculo presenta ese drama hasta en los últimos capítulos del libro (con los tres vampiros). Matan a uno y quedan dos, con los que no se podía hacer más que (obviamente) dos libros más. Pero en Luna nueva, matan al segundo y agregan a los Vulturis para extender innecesariamente la historia y así evitar el prematuro fin de la historia; en el tercer libro, eclipse, terminan con lo que el primer libro nos planteó (3/3 vampiros) y finalmente es hasta en la cuarta entrega, Amanecer, que concluyen con la segunda situación impuesta al final del segundo libro. Crepúsculo no es más que un remedo de historia creada a partir de las esporádicas situaciones que la autora se vio en la necesidad de imponer para garantizar la extensión de la saga.
Estas son las dos historias que en la actualidad han causado furor en los jóvenes. Hay quienes optan por una sola historia y otros que se sienten identificados con ambas. Estos libros han logrado superar sagas como El código Da Vinci, que por su contenido seduce más a un público adulto; El señor de los anillos, que logró cautivar tanto a jóvenes como niños al igual que Las crónicas de Narnia (pero en menor grado que El señor de los anillos). No solo esas; también están los libros del caníbal Hanibal Lecter y el agente Jason Bourne. Y no dudo que la saga de libros La torre oscura de Stephen King tampoco logre causar misma reacción con este público juvenil.
Y la respuesta a la pregunta de por qué esas dos historias han logrado superar el trabajo de tantos otros autores, es muy sencilla. Ambas historias nos plantean de manera fantástica y sencilla, dos temas del interés de esta última generación. El poder (para un mundo tan capitalista) y el amor.
Estamos a vísperas del estreno de la tercera parte de Crepúsculo (Eclipse) y a meses de la séptima película de Harry Potter (Las reliquias de la muerte). De ambas sagas se ha tomado la decisión de dividir el último libro en dos filmes. Esta estrategia de mercado puede significar un tremendo error (dependiendo de su elaboración) por parte de las dos casas productoras (Warner y Summit Enterteiment).
Esta séptima entrega de Harry Potter, si es elaborada con un estilo más psicológico que activo; concentrada en abordar más los desequilibrios emocionales por parte de los tres jóvenes magos, que en las lejanas dificultades que se presentan a lo largo de su viaje, podrá ser esta el mayor fracaso de las siete películas de la saga.
En el caso de Eclipse y, quizás la primera parte de Amanecer; si la película logra seguir la misma línea del libro, sin alteraciones al diálogo ni a la visión de de la autora (en relación a la narrativa de las acciones de sus personajes), no dudaré que la película sea catalogada como lenta y con un desperdicio de recursos cinematográficos.
Todo dependerá de la estrategia comercial, de la fidelidad de sus seguidores y del buen uso de recursos (efectos visuales y sonoros, maquillajes y de la adaptación que se la dé a las historias) que las productoras le den a cada filme. Esto asegurará el éxito a cada película.
No sé cuál de las dos será la más exitosa. Tampoco sé cuál es la historia más atractiva entre los jóvenes. Pero hay que reconocer que estas dos obras son un éxito comercial por la sencilla exposición, por parte de las dos autoras, sobre temáticas de interés juvenil.

domingo, 20 de junio de 2010

El Salvador y su me-hoyo literario

Me gustaría saber cuántos son los salvadoreños que han leido libros como: Te recuerdo que moriremos algún día (Mauricio Orellana Suárez), El desencanto (Jacinta Escudos), Olvida uno (Claudia Hernández), Arizona Dreaming (Berne Ayalá), El rostro en el espejo (Carmen González Huguet), El sueño de Mariana (Jorge Galán)... Son tantos títulos que les puedo mencionar ahora.
Todos ellos son salvadoreños. La mayoría ha obtenido galardones por sus obras. Pero es raro, casi milagroso, que nuestros medios de comunicaciones les den el apoyo y la publicidad que necesitan.
El domingo 20 de junio se publicó en la revista Séptimo sentido, un reportaje sobre lo que significa ser escritor en El Salvador. El texto no me resulta nada novedoso. En el pasado ya había leído otros artículos que hacen mención a lo difícil que es esa profeción el El Salvador. Recuerdo el artículo: ¿Dónde están los editores salvadoreños? de la escritora Jacinta Escudos; tambien el artículo: No editar poesía en El Salvador, del también escritor Javier Alas. Ambos textos nos hablan de lo complicado que es querer editar un libro. (Mucho más que escribirlo)
Este nuevo reportaje agregar algo que ya había tenido la oprtunidad escuchar antes. Según el director de la DPI van a desarrollar proyectos para publicar nuevos autores. Lo mismo que escuché cuando entrevistaron al secretario de cultura en el programa sábatino de radio: La hora de Sofía, transmitido a las 10 de la mañana en YSUCA.
Pero siguen publicando los mismos libros de siempre. Salarrué, Claudia Lars, Alfredo Espino, Francisco Gavidia, etc. Las mismas obras que si se venden es porque los distintos colegios del país, por órdenes del Ministerio de Educación, exigen que lean esas obras. Pero si alguien quiesiera leer otro libro, lo más probable es que no lo encuentre.
Gracias a la biblioteca de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, he podido encontrar ciertos libros salvadoreños que deseaba leer. Lo triste que la mayoría de esos libros están agotados en el país. Ejemplo de esos textos: Apuntes de una historia de amor que no fue, Jacinta Escudos (UCA Editores); El desencanto, Jancinta Escudos (DPI); ¿Qué signo es usted niña Berta? Horacio Castellanos Moya (UCA Editores); Solamente una vez, Francisco Andrés Escobar (DPI); Mediodía de frontera, Claudia Hernández (DPI) entre otros. Es más, si uno observa los títulos de la colección Ficciones de la DPI y la compara con el catálogo en linea verá que ya no están varios libros. Ninguno de esos autores son de los "clasicos" (como suelen llamar) que aparecen en libros como: 100 Escritores salvadoreños, Roxana Beatriz López Serrano (Clasicos Roxsil). Todos son escritores de la nueva generación.
Es triste que tengan que llegar a auto-publicarce para poder ser leidos. Es aún más triste que hayan escritores (de muy buena calidad) como es el caso de Maurico Orellana Suárez que termina regalando su obra a todo aquel que se la pieda (La envía por correo electrónico). En una entrevista publicada en internet, el autor de Te recuerdo que moriremos algún día, confieza que algunas de sus obras han sido negadas a edición porque sus temas no son adecuados... quizás si estuviérmos en Alemania (Le dicen los editores).
Me imagino que ser escritor y tener la mayoría de sus textos inéditos ha de ser frustrante. Sobre todo si a veces se lee en el periódico un reportaje sobre la publicación de un libro sobre la misma guerra, la misma violencia, la misma pobreza del país. Peor aún ver como reimpremen libros que saben que la nueva generación no los leen con el mismo placer de otras generaciones. Leer en los diarios que van a premiar a no-se-quien por su "trayectoria poética" y aportes a la economía nacional (cuando en realidad no hay tal trayectoria ni aportes).
Es nuestro deber como salvadoreños apoyar lo nuestro. ¿Pero cómo lo podemos apoyar? Qué fácil sería abrir una cuenta de facebook para reunir seguidores que estén de acuerdo con que se promueba la literatura fresca del país. Pero dos limitantes tiene esa idea. Cada vez son menos los salvadoreños que prefieren leer. Segundo, es esperar a recibir la misma respuesta: "Ya estamos trabajando en eso" pero nunca veremos resultados.
Lo único que intento hacer con este artículo es pedirles que apoyen lo nuestro. Compren los textos frescos que hay en el país. Libros como: Los locos mueren de viejos, La díaspora, Te recuerdo que moriremos algún día, El vendedor de libros, A-B-Sudario, Bitácora de Caín, El sueño de Mariana, Trece, De fronteras, Ciudad de Alado, El diablo sabe mi nombre, El siglo de O(g)ro, El rostro en el espejo, etc. Para que nuestros escritores sientan seguridad que al terminar un libro serán leidos.
Enlaces que pueden consultar:
Felipe García
20 de junio del 2010

jueves, 10 de junio de 2010

La pregunta más tonta del mundo

Odio todas esas preguntas que la gente suele hacer cuando ya no tiene ningún tema de conversación que proponer. Para seguir hablando, preguntan: ¿Cuál ha sido el momento más emocionante de tu vida?
Dan ganas de responderle: "Oye, si no tiene nada más que hablar entonces ya no hables. Evita preguntar cosas que en primera no te interesan y en segunda hace quemar neuronas innecesariamente. Los que estudian ingeniería en la UCA, y llevan Técnicas de redacción" les pidieron hacer un texto sobre esa pregunta. ¿Cuál ha sido el día más emocionante de tu vida? Si yo hubiera tenido la oportunidad de entregar un reporte les hubiera dicho esto:
Pensar en el momento más emocionante de mi vida ha sido difícil. Tomando en cuenta que las emociones son relativas. Lo que a mí me puede parecer emocionante, para alguien más puede resultar superfluo. Lo que a otro le puede parecer emocionante, me puede significar muy personal.
Con 19 años de edad, no puedo decir aún cuál ha sido el día más emocionante de mi vida. ¿Cuáles pueden ser los grandes logros de un joven que apenas ha concluido sus estudios de bachiller, para adentrarse al mundo universitario? ¿La acertada elección de mi carrera? Eso no lo puedo decir aún.
Los momentos emocionantes los vivimos todos los días, aunque no los sepamos valorar. El problema es que también, al igual que ciertos animales mudan de piel, nosotros mudamos emociones a medida que vamos creciendo. La primera vez que fui a un concierto, uno de La Ley, me resultó bastante excitante. Las luces apagándose, los gritos del público, las primeras notas en sonar. Todo te resulta nuevo. He ido a un par de conciertos más después de aquel. No es la misma emoción.
A medida que crecemos, evolucionamos. Son dos términos completamente distintos. Crecer se limita a lo físico. Se restringe a decir que ayer medía un metro con cuatro centímetros y ahora mido un metro con cinco centímetros. Pero evolucionar es ser más complejo. Lo que ahora pienso lo puedo hacer con muchos más criterios que con los que lo pude pensar un día o un año antes.
Lo único seguro en afirmar es que todo aquello que nos resulte nuevo, o simplemente extraño, será emocionante para nosotros. Es el factor común en nuestra naturaleza humana. Es lo que nos diferencia de otras especies. Nuestras emociones son versátiles. El miedo es una emoción. La tristeza también lo es. Un día en que pase llorando, puede ser el día más emocionante de mi vida.
Puedo concluir con una lista de eventos que no puedo olvidar. Mi cumpleaños de hace tres años. El día de mi graduación escolar. Todos esos eventos, los esperados por muchos, podrían ser los dignos candidatos a un ensayo sobre el día más emocionante de mi vida. Pero si somos consientes de la naturalidad de las palabras, podríamos agregar también aquellos momentos que aún deseo olvidar. Es elección del lector tomar un evento como respuesta al día más emocionante que he tenido.
La pregunta es:
¿Ustedes qué opinan?

jueves, 27 de mayo de 2010

Los robots, y la ciencia ficción, debe existir en El Salvador


La ciencia ficción es uno de los géneros más populares. Este género cobró vida en los años 20, con los tres padres de la ficción: Julio Verne, Issac Asimov y H.G. Wells. Este género juega con la realidad y la fantasía. Después de muerto, Julio Verne, se dijo que él fue adivino por acertar en la creación de ciertas máquinas. Cuando en realidad Julio Verne simplemente dedujo algo, a partir de la realidad de aquella época.
La ciencia ficción es un género bastante demandado a nivel internacional. Aquí en el país, los jóvenes prefieren la ciencia ficción en algunos casos. Sin embargo las editoriales discriminan este género literario, quién sabe por qué razones. Un escritor salvadoreño no podrá publicar su obra con facilidad, mucho menos si es una historia de ciencia ficción. Muchos salvadoreños desconocemos que existan obras nacionales de este género. Sí las existen. Pero no se publican. Una novela que se destaca en este género es la novela del escritor Jorge Galán: El sueño de Mariana.
A continuación les presento un cuento extraído del libro: La ilustre familia androide, del salvadoreño Álvaro Menén Desleal. Este libro se puede comprar en cualquier librería del país. Forma parte de la Biblioteca Básica de Literatura Salvadoreña (DPI). Cabe destacar que esta obra fue publicada por primera vez en Argentina; y su segunda edición aquí en el país en 1997, últimos años de vida del autor.

Los robots deben ser atentos


Álvaro Menén Desleal


(1932 - 2000)


El oficial de pie tras el escritorio, la invitó con un gesto cordial a sentarse.
La viejecita, más ágilmente de lo que era dable esperar de una mujer de su edad, tomó asiento.
─ Deseo presentar una queja ─ dijo la viejecita con una mohín de indignación, y mientras los ojillos le relumbraban.
El oficial de Quejas sonrió solícito. Con una leve inclinación de cabeza la animó a proseguir.
─ Si; una queja. Una queja contra los robots.
El oficial bajó los ojos y alistó su maquinilla para tomar apuntes.
─ Esas horribles máquinas─ dijo la viejecita con vez trémula y chillona─ son los seres más desatentos que conozco. Circulan por las calles de la ciudad y son incapaces de prestar el menor auxilio a una pobre anciana.
Ahora sollozó, la cara hundida en el pañuelo de encajes.
─ Ayer iba yo al Negocio de Seguros y tuve que esperar cuarenticinco minutos (sí; cuarenticinco minutos, como-lo-oye) antes de poder atravesarme la calle. El Robot de tránsito se hizo todo ese tiempo el desentendido, y no quiso detener la circulación de vehículos para que yo pudiera pasar al otro lado.
El Oficial tomaba cuidadosamente el apunte.
─ Y eso es lo de menos ─agregó─ La semana pasada, en vista de que mi nuera guardaba cama por un fuerte resfriado, me vi obligada a ir de compras. Ho hubo, en todo el camino de regreso, uno solo de esos malditos robots municipales que se ofreciera a llevarme la cesta… ¿Es que este gobierno jamás va a enseñarle buenas maneras a los robots? ─ preguntó, con un tono de protesta muy comprensible.
El oficial chasqueó ligeramente la lengua. Se levantó y ofreció una taza de café a la viejecita, ofrecimiento que ella aceptó con un pujido.
El oficial sirvió dos tazas, y dio una a la señora. Entre sorbo y sorbo, siguió ella explicando sus puntos de vista.
─ He llegado a creer que es patraña eso de las tres leyes de la robótica.
El oficial se estremeció en su asiento.
─ Si; como-lo-oye. “Un robot no debe dañar a un ser humano o, por falta de acción, dejar que un ser humano sufra daño: segunda: un robot debe obedecer las órdenes de un ser humano, excepto cuando estas órdenes están en oposición con la primera ley; y, tercera: un robot debe proteger su propia existencia hasta donde esta protección no esté en conflicto con la primera o segunda ley”. ¡Valientes leyes!
El oficial terminó su taza de café.
─ Sé de casos en que los robots ─ dijo la anciana ─ han causado daño a los seres humanos…
El oficial abrió mas los ojos por la sorpresa.
─ He soportado frecuentemente la insolencia de los robots, que se han negado a obedecerme; y sé también de casos en que los robots han dejado sufrir daños a los seres humanos, para protegerse a sí mismos. Como-lo-oye. ¡Egoístas!
El oficial sabía que aquello no podía ser cierto; pero, de todas maneras, tomaba cuidadosamente apuntes.
─ Ese Asimov debió agregar una cuarta Ley Robótica: “Los robots deben d ser atentos, especialmente con los ancianos y los niños ─ dijo, gimoteando de nuevo entre el pañuelo.
El oficial le dio seguridades de que su queja iba a ser considerada e investigada cuidadosamente: no era para menos saber que una persona tan simpática como ella tuviera quejas de tales seres inciviles y rústicos.
La anciana sonrió coqueta:
─ No hay como los seres humanos ─ dijo.
Luego agregó, con una risita:
─ Y no hay como los atentos Oficiales de Policía.
La viejecita se levantó y, ya animada su cara por la sonrisa, dijo:
─ Muchas gracias por oírme, joven.
El oficial sonrió a su vez, para corresponder las cortesías de su visitante.
El oficial no tenía porqué acompañarla; sin embargo la acompañó a la gran puerta de acceso, tomándola filialmente del brazo en todo el trayecto. La viejecita tenía sonrojadas las mejillas cuando estrechó pícaramente, y con un guiño coqueto la mano del apuesto oficial. Se marchó a pasos cortos y a media cuadra se detuvo; girando la cabeza, sonrió de nuevo para agitar una última vez la mano, el paño de encajes flotando en el viento como si fuera una bandera amistosa. El oficial que se había quedado en la puerta sonrió también y dijo otra vez adiós.
La viejecita se perdió en el tráfago de gentes y robots de la gran ciudad, murmurando entre dientes: “¡Ah, qué diferencia! ¡No hay como los seres humanos!”
El joven oficial tomó el ascensor para su despacho. Entre el segundo y el tercer piso, resonó la voz metálica de su oculto transmisor receptor.
─” Oficial de quejas…Oficial de Quejas… preséntese al despacho del director”.
─ Si, señor ─ Contestó el joven oficial.
Pero fue un “sí, señor” más respetuoso que de costumbre, porque un robot debe de ser atento.
Bibliografía:
Menén Desleal, Álvaro; La ilustre familia androide; Dirección de publicaciones e impresos,
El Salvador; 1997.




martes, 18 de mayo de 2010

Homenaje a Francisco Andés Escobar



El domingo 9 de mayo, del presente año, falleció uno de los más grandes poetas y cronistas que El Salvador ha tenido. Francisco Andrés Escobar, conocido por sus alumnos como Don Paquito, dejó el mundo terrenal a los 67 años. Don Francisco Escobar sufría de cáncer en la vejiga. Y fue por decisión de él, según otros de sus colegas universitarios, quien decidió suspender sus medicamentos.


No sé si tengo el derecho de llamarme "su alumno" porque dadas la situación, no pudo concluir el ciclo de redacción I. Pero quiero compartir con ustedes una pequeña anécdota del primer día de clases con Don Francisco Escobar:


En el mes de marzo es cuando se inicia un año más, en el ámbito académico. Es cuando comienza el ciclo/01. La primera matería que tendría era redacción. La tendría en un edificio o aula llamada: "stall". Yo era nuevo en la carrera. Todo el año pasado lo había pasado recorriendo los salones destinados al departamento de Ingeniería y Arquitectura, que el tal "stall" me resultaba desconocido. No me quedó de otra que ir a preguntar al edifico de información, qué era el "stall".


Salón taller. La señora a cargo de la recepción del decanato de ciencias sociales me explicó que se trataba del salón taller, ubicado en el edificio de comunicaciones de la UCA. Ya estaba retrasado por cinco minutos, no me quedó de otra que correr. Al llegar me enviaron a un salón pequeño.


Buenos días, saludé a los presentes. Los tenga usted, me respondió un hombre de pelo cano. Cargaba unos pesados lentes que estaban siendo sujetados por una cinta que rodeaba su cuello. Recuerdo que vestía una camisa (no recuerdo si color vino o roja) manga corta; y unos tirantas que sostenían sus pantalones. Estaba sentado en un banquito frente a las mesas de trabajo, con la pierna cruzada. Tomé asiento cerca de él, para tener mejor panorama de la clase. Al cabo de unos segundos nos invitó a que siguiéramos con la vista el programa de estudio que nos tenía preparado. Firmó el programa con el nombre: FRANCISCO ANDRÉS ESCOBAR. Su nombre me era familiar, pero en aquel momento no lo reconocí.


Cuando terminó de leer nos explicó las reglas con las que desarrollaríamos la materia. Faltaban diez minutos para que la clase concluyera. Y sus siguientes palabras no las olvidaré: ¿Quién de usted fue al concierto de Metallica? Nos preguntó. Cuando nadie le respondió, él continuó: Yo sí fui. Muchos reímos incrédulos. Metallica es una buena banda, continuó, por qué no creen que me gusta. Si ellos son más que todo para los jóvenes adultos. Chiquillos, he aprendido algo. La vida es demaciado corta, para no disfrutarla. Uno nunca sabe cuándo puede morir. Por eso hay que disfrutarla. Nos puso el ejemplo el caso de Viña del mar 2010. Todos los chilenos que después de aquel festival no se imaginaron que esa misma madrugada los sacudiría un terremoto. Me pregunto si en verdad Don Francisco Escobar, no sabía cuándo le iba a tocar.


Al terminar esa clase fui directamente a mi casa. Busqué en internet el nombre de aquel personaje. Confirmé mis dudas. Francisco Andrés Escobar, Escritor.


Dos días después fui a la librería de la universidad a comprar un ejemplar del libro El país de donde vengo. En una semana lo leí. Tenía intenciones de pedirle una dedicatoria al finalizar el ciclo. Pero por ese motivo me quedé sin aquel recuerdo.


Este martes 18 de mayo, se celebró un homenaje en su honor. El lugar fue el auditorio Ignacio Ellacuría, en donde sus cenizas estuvieron presentes. En el homenaje se interpretaron dos piezas musicales de su película favorita Volver a empezar (Ganadora del Oscar 1982, como mejor película de habla no inglés). También fueron dramatisadas escenas de su obra De la sal y la rosa (Biografía de Claudia Lars), entre otras cosas.


Quedó mostrada su humildad. Su genialidad. Su amor a las letras y la educación. No quedará duda que Francisco Andrés Escobar fue y será siendo uno de los más grandes artistas de El Salvador. Y es momento que hoy, sus alumnos, sus dicípulos, le rindemos el homenaje más grande que se le puede dar a un autor de su magnitud. Recordándolo.


Todo un artista que nació en un pueblo que no se lo merecía. Pero me atrevo a decir que si él leyera estas últimas lineas, me desmentiría. Porque amó tanto a El Salvador que se enorgullese de ser parte de su literatura. Francisco Andrés Escobar (1942 - 2010)




Felipe García


20 de mayo del 2010

sábado, 15 de mayo de 2010

Adiós al pasado


Para vivir el mañana debemos de aprender a dejar atrás el pasado. Todos sabemos que en este mundo, no nos podemos permitir vivir con lo que se cultivó en el ayer.

No entiendo aquella frase que dice: Los jóvenes son el futuro del país. No la comprendo por una simple razón: si los jóvenes son el futuro del país, por qué seguimos venerando a los hombres que vivieron en el pasado. No negaré que ellos dejaron huella. Que fueron lo pioneros que inpiraron y seguirán inspirando a las nuevas generaciones. Pero ¿Por qué no guardamos sus ideas en una biblioteca y ponemos en nuestros escritorios las propuestas frescas de la juventud?

¿Aún no saben de lo que estoy hablando? No los culpo, sé que no me he expresado bien. Hablo de literatura. No de cualquier literatura. Hablo de la literatura salvadoreña, la nueva, a la que nuestro país le ha dado la espalda.

Pediré perdón por mi abuso de libertad de expresión, para poder enviar el siguiente mensaje a los adultos salvadoreños, quien sin duda alguna, me terminarán odiando por lo que diré en los siguientes renglones. Pero creo que ya es hora de guardar aquellos cuentos de barro que solo se cuentan en aquella tierra de infancia que nuestros adultos y editores salvadoreños no han podido dejar atrás.

Yo creo que hemos confundio las cosas. Es a los jóvenes a quienes debemos de venderles literatura. Un adulto ya tiene su criterio y gusto, seguramente ya ha agotado todos los títulos de literatura salvadoreña, que le puedan parecer interesantes. Hoy debemos de venderle literatura a los jóvenes. Porque en lo que nuestras editoriales están publicando los cuentos de cipotes, los cipotes está comprando libros como Crepúsculo, Harry Potter, El señor de los anillo, El símbolo perdido, La chica que soñaba con un cerillo y un galón de gasolina, etc.

¿Por qué lo hacen? La respuesta la conocemos todos. La literatura tiene un gran enemigo. Se llama televisión. Y la televisión nos ha educado con una cultura mágica y a la vez violenta. Seamos realistas, un niño prefiere mil veces más ver una película en donde le vuelan los cesos a un hombre, a ver una en donde se narran las crónicas de nuestra cultura. No podemos obligarlos a que les guste. La única forma de hecer eso es rompiendo todas las televisiones del país, para que vivan un ambiente muy parecido al de los 60 aquí en El Salvador.

Nos hemos quedado atrapados en la guerra. Sí, ya se firmaron los acuerdos de paz y todo eso (no quiero meterme en política) pero la única literatura que nuestros editores están publicando es aquella que habla de la guerra de El Salvador. Aún en estos días se publica sobre la guerra. Una guerra que, la nueva generación de jóvenes adultos, ya no vivieron, porque concluyó en los años en que estaban naciendo. Además de historia nacional, qué otro motivo hay para recordarles de la guerra. Por qué no, mejor, les ayudamos a desarrollar nuestro país.

Sin duda alguna, muchos de los que lean este artículo, podrán justificar aquellos libros diciendo que son clásicos de la literatura salvadoreña. Que es nuestra obligación educar a las futuras generaciones con ellos. Tienen toda la razón. Debemos de hacerlo; Siempre y cuando, no retrase al progreso. Veámolo así (aunque el ejemplo no es el más adecuado): Qué pasaría si hoy, en el año 2010, aún estuvieramos hablando de la teoría de Demócrito sobre el átomo; y que el resto de científicos, incluido el mismo Schrödinger (con su ecuación de onda), no hubieran sido publicados ni escuchados jamás. ¿Qué estuviéramos haciendo? Sin duda nada. Sin embargo, todos esos científicos fueron escuchados. Se publicaron sus teorías. Y hasta la fecha, estudiamos la teoría de Demócrito (como historia). ¿Por qué no podemos hacer nosotros, los salvadoreños, lo mismo con nuestra literatura?

Lo único que estoy pidiendo es un poco de ¡Justicia, señor Ministro!...; ¡Justicia, señor Presidente!... (¡Justicia, señor Gobernador!...) porque las letras en El Salvador deben evolucionar. Dejemos de discriminar la ficción y la fantacia, aceptar que esta juventud quiere leer eso. Saber acoplar nuestros textos con nuestro tiempo. Diferenciar lo cultural de lo clásico. Pero primero, apoyar aquellos textos que aún reposan en un cajón o en la USB de un joven.

Señores: Guardemos los Cuentos de barros, Jícaras tristes, Tierra de infancia, Hombres contra la muerte, Un día en la vida, La grieta en el agua (Aunque coincido con la opinión de Horacio Castellanos Moya); y estudiémolos moderadamente. Salgamos a las librerías y exijamos que nos vendan libros como El asco, A-B-Sudario, De fronteras, El sueño de Mariana, Arizona Dreaming, etc, por simple entretenimiento. Apoyemos lo nuestro. Apoyemos lo nuevo.

Si lo que dije anteriormente no les convence. Si la literatura nueva no les parece buena para publicar; entonces no lo hagan por las letras salvadoreñas, háganlo por el dinero. Vivimos en un país tan consumista, que un buen negocio es venderle a los jóvenes lo que les gusta. ¡Que a los jóvenes no les gusta leer! Véndan textos frescos, veremos qué pasa...
¡Ya es el turno de los ofendidos! El turno de los no publicados. El turno de aquellos salvadoreños que deben ir a Guatemala, Costa Rica, México, entre otros, para poder publicar sus libros.


Felipe García

16 de mayo del 2010