domingo, 20 de junio de 2010

El Salvador y su me-hoyo literario

Me gustaría saber cuántos son los salvadoreños que han leido libros como: Te recuerdo que moriremos algún día (Mauricio Orellana Suárez), El desencanto (Jacinta Escudos), Olvida uno (Claudia Hernández), Arizona Dreaming (Berne Ayalá), El rostro en el espejo (Carmen González Huguet), El sueño de Mariana (Jorge Galán)... Son tantos títulos que les puedo mencionar ahora.
Todos ellos son salvadoreños. La mayoría ha obtenido galardones por sus obras. Pero es raro, casi milagroso, que nuestros medios de comunicaciones les den el apoyo y la publicidad que necesitan.
El domingo 20 de junio se publicó en la revista Séptimo sentido, un reportaje sobre lo que significa ser escritor en El Salvador. El texto no me resulta nada novedoso. En el pasado ya había leído otros artículos que hacen mención a lo difícil que es esa profeción el El Salvador. Recuerdo el artículo: ¿Dónde están los editores salvadoreños? de la escritora Jacinta Escudos; tambien el artículo: No editar poesía en El Salvador, del también escritor Javier Alas. Ambos textos nos hablan de lo complicado que es querer editar un libro. (Mucho más que escribirlo)
Este nuevo reportaje agregar algo que ya había tenido la oprtunidad escuchar antes. Según el director de la DPI van a desarrollar proyectos para publicar nuevos autores. Lo mismo que escuché cuando entrevistaron al secretario de cultura en el programa sábatino de radio: La hora de Sofía, transmitido a las 10 de la mañana en YSUCA.
Pero siguen publicando los mismos libros de siempre. Salarrué, Claudia Lars, Alfredo Espino, Francisco Gavidia, etc. Las mismas obras que si se venden es porque los distintos colegios del país, por órdenes del Ministerio de Educación, exigen que lean esas obras. Pero si alguien quiesiera leer otro libro, lo más probable es que no lo encuentre.
Gracias a la biblioteca de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, he podido encontrar ciertos libros salvadoreños que deseaba leer. Lo triste que la mayoría de esos libros están agotados en el país. Ejemplo de esos textos: Apuntes de una historia de amor que no fue, Jacinta Escudos (UCA Editores); El desencanto, Jancinta Escudos (DPI); ¿Qué signo es usted niña Berta? Horacio Castellanos Moya (UCA Editores); Solamente una vez, Francisco Andrés Escobar (DPI); Mediodía de frontera, Claudia Hernández (DPI) entre otros. Es más, si uno observa los títulos de la colección Ficciones de la DPI y la compara con el catálogo en linea verá que ya no están varios libros. Ninguno de esos autores son de los "clasicos" (como suelen llamar) que aparecen en libros como: 100 Escritores salvadoreños, Roxana Beatriz López Serrano (Clasicos Roxsil). Todos son escritores de la nueva generación.
Es triste que tengan que llegar a auto-publicarce para poder ser leidos. Es aún más triste que hayan escritores (de muy buena calidad) como es el caso de Maurico Orellana Suárez que termina regalando su obra a todo aquel que se la pieda (La envía por correo electrónico). En una entrevista publicada en internet, el autor de Te recuerdo que moriremos algún día, confieza que algunas de sus obras han sido negadas a edición porque sus temas no son adecuados... quizás si estuviérmos en Alemania (Le dicen los editores).
Me imagino que ser escritor y tener la mayoría de sus textos inéditos ha de ser frustrante. Sobre todo si a veces se lee en el periódico un reportaje sobre la publicación de un libro sobre la misma guerra, la misma violencia, la misma pobreza del país. Peor aún ver como reimpremen libros que saben que la nueva generación no los leen con el mismo placer de otras generaciones. Leer en los diarios que van a premiar a no-se-quien por su "trayectoria poética" y aportes a la economía nacional (cuando en realidad no hay tal trayectoria ni aportes).
Es nuestro deber como salvadoreños apoyar lo nuestro. ¿Pero cómo lo podemos apoyar? Qué fácil sería abrir una cuenta de facebook para reunir seguidores que estén de acuerdo con que se promueba la literatura fresca del país. Pero dos limitantes tiene esa idea. Cada vez son menos los salvadoreños que prefieren leer. Segundo, es esperar a recibir la misma respuesta: "Ya estamos trabajando en eso" pero nunca veremos resultados.
Lo único que intento hacer con este artículo es pedirles que apoyen lo nuestro. Compren los textos frescos que hay en el país. Libros como: Los locos mueren de viejos, La díaspora, Te recuerdo que moriremos algún día, El vendedor de libros, A-B-Sudario, Bitácora de Caín, El sueño de Mariana, Trece, De fronteras, Ciudad de Alado, El diablo sabe mi nombre, El siglo de O(g)ro, El rostro en el espejo, etc. Para que nuestros escritores sientan seguridad que al terminar un libro serán leidos.
Enlaces que pueden consultar:
Felipe García
20 de junio del 2010

1 comentario:

  1. Sabes lo que dices es muy cierto... me parece que la literatura se ha estancado en una temática "El conflicto armando" y bueno el no dar oportunidades a nuevos talento trae consigo el desencanto de las nuevas generaciones por la literatura, pues las mimas obras que gustaban leer nuestros abuelos y padres, no son las mismas que las generaciones actuales desean leer.
    Sigue adelante éxitos y mucha suerte

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