domingo, 27 de junio de 2010

El liderazgo de Potter contra el encaprichado Cullen (La guerra de las sagas)

Felipe García (Opinión)


En la actualidad se está desarrollando una guerra comercial entre dos productos cinematográficos, nacidos de una literatura juvenil-contemporánea.
Este 2010 contará con el estreno de dos adaptaciones fílmicas de los libros Harry Potter y las reliquias de la muerte (J.K Rowling); y Luna nueva, de la bautizada: Saga de Crepúsculo (Stephanie Meyer). Ambas historias han cumplido con un objetivo importante. Vender entradas en las taquillas de los cines a nivel mundial. No solo entradas. Las franquicias de estas sagas literarias han logrado que los distintos mercados se beneficien al poder vender productos que lleven el rostro de los actores que caracterizan a estos héroes y anti-héroes del siglo XXI.
Pero qué es lo que estas dos sagas tiene que ha provocado que miles de jóvenes se peleen por consumir toda mercancía relacionada con su película favorita, a la vez de pelearse por demostrar cuál es mejor.
Comencemos diciendo algo que me costó entender, o que no quería entender. Ambas autoras, tanto Rowling como Meyer, son excelentes escritoras. Ambas lograron algo que muchos otros narradores, quienes también han podido llevar sus sagas de libros a la gran pantalla, no lograron. Hacer que la juventud (incluyendo los niños) lean. Alabadas sean las dos por lograrlo.
Sin embargo sus trabajos son evidentemente distintos e idénticos a la vez. Ambos son literatura de ficción fantástica. Pero sus temáticas son radicales.
Hay cuatro sagas, de las que yo he escuchado, que en la actualidad se encuentran en desarrollo. La del norteamericano Dan Brown (la llamada saga de El código Da Vinci); la del irlandés C.S. Lewis (Las crónicas de Narnia); la popular saga británica de Harry Potter y la de Crepúsculo (también norteamericana).
Harry Potter, adaptada al cine por primera vez en el año 2001, nos narra la historia de un niño mago que tiene la responsabilidad de matar al malvado Lord Voldemort, temible mago quien además de promover el caos en el mundo mágico, es el responsable del asesinato de los padres de Potter. Una historia que de manera fantástica nos presenta los dos rostros del ser humano en presencia del poder y liderazgo. Harry Potter el niño que según las profecías será el que ponga fin al mundo de las sombras creado por su alter-ego Lord Voldermort, quien no es más que el hombre insatisfecho del poder que posee y busca expandir sus dominios para llenar el vacío moral que existe como resultado de un pasado. Ambos nacieron sin poder (la falta de poder es representada al presentar a los dos personajes como huérfanos) y cada uno obtienen el poder de distintas maneras. A Harry (el niño elegido) le es otorgado ese poder por decisión de todos los magos que buscan la protección;Harry Potter, resulta ser el lider o representante político de un grupo de personas. Lord Voldemort toma ese poder a la fuerza, para beneficio propio. Para alimentar su ego y borrar todas las situaciones de inferioridad que estuvieron presentes en su niñez. En otras palabras, Lor Voldermort es la representación del hombre que no logrará su realización personal, hasta ser reconocido como superior y por ende ser reconocido como persona.
La saga de Crepúsculo, por otro lado, nos presenta la historia de Isabella Swan. Una adolescente que se enamora de un joven vampiro quien también está encaprichado con ella. Isabella está dispuesta a ofrecer su "vida en sacrificio al amor". Pero la historia no deja de ser eso. La narración de un amor pueril. Lo que al principio parece ser una metáfora temática (el sacrificio de su vida por la eternidad) queda expuesto a partir del tercer libro como lo que en verdad representa. La entrega de la virginidad femenina a cambio del amor eterno por parte del hombre. A parte de ese objetivo, que la protagonista tiene, nos percatamos que la historia es plana y sin ningún otro objetivo. Los momentos climax (como la aparición de los tres vampiros que desean asesinar a Bella y la aparición de los Vulturis) no son más que situaciones improvisadas con la intención de generar el drama y el suspenso en los cuatro libros. Crepúsculo presenta ese drama hasta en los últimos capítulos del libro (con los tres vampiros). Matan a uno y quedan dos, con los que no se podía hacer más que (obviamente) dos libros más. Pero en Luna nueva, matan al segundo y agregan a los Vulturis para extender innecesariamente la historia y así evitar el prematuro fin de la historia; en el tercer libro, eclipse, terminan con lo que el primer libro nos planteó (3/3 vampiros) y finalmente es hasta en la cuarta entrega, Amanecer, que concluyen con la segunda situación impuesta al final del segundo libro. Crepúsculo no es más que un remedo de historia creada a partir de las esporádicas situaciones que la autora se vio en la necesidad de imponer para garantizar la extensión de la saga.
Estas son las dos historias que en la actualidad han causado furor en los jóvenes. Hay quienes optan por una sola historia y otros que se sienten identificados con ambas. Estos libros han logrado superar sagas como El código Da Vinci, que por su contenido seduce más a un público adulto; El señor de los anillos, que logró cautivar tanto a jóvenes como niños al igual que Las crónicas de Narnia (pero en menor grado que El señor de los anillos). No solo esas; también están los libros del caníbal Hanibal Lecter y el agente Jason Bourne. Y no dudo que la saga de libros La torre oscura de Stephen King tampoco logre causar misma reacción con este público juvenil.
Y la respuesta a la pregunta de por qué esas dos historias han logrado superar el trabajo de tantos otros autores, es muy sencilla. Ambas historias nos plantean de manera fantástica y sencilla, dos temas del interés de esta última generación. El poder (para un mundo tan capitalista) y el amor.
Estamos a vísperas del estreno de la tercera parte de Crepúsculo (Eclipse) y a meses de la séptima película de Harry Potter (Las reliquias de la muerte). De ambas sagas se ha tomado la decisión de dividir el último libro en dos filmes. Esta estrategia de mercado puede significar un tremendo error (dependiendo de su elaboración) por parte de las dos casas productoras (Warner y Summit Enterteiment).
Esta séptima entrega de Harry Potter, si es elaborada con un estilo más psicológico que activo; concentrada en abordar más los desequilibrios emocionales por parte de los tres jóvenes magos, que en las lejanas dificultades que se presentan a lo largo de su viaje, podrá ser esta el mayor fracaso de las siete películas de la saga.
En el caso de Eclipse y, quizás la primera parte de Amanecer; si la película logra seguir la misma línea del libro, sin alteraciones al diálogo ni a la visión de de la autora (en relación a la narrativa de las acciones de sus personajes), no dudaré que la película sea catalogada como lenta y con un desperdicio de recursos cinematográficos.
Todo dependerá de la estrategia comercial, de la fidelidad de sus seguidores y del buen uso de recursos (efectos visuales y sonoros, maquillajes y de la adaptación que se la dé a las historias) que las productoras le den a cada filme. Esto asegurará el éxito a cada película.
No sé cuál de las dos será la más exitosa. Tampoco sé cuál es la historia más atractiva entre los jóvenes. Pero hay que reconocer que estas dos obras son un éxito comercial por la sencilla exposición, por parte de las dos autoras, sobre temáticas de interés juvenil.

domingo, 20 de junio de 2010

El Salvador y su me-hoyo literario

Me gustaría saber cuántos son los salvadoreños que han leido libros como: Te recuerdo que moriremos algún día (Mauricio Orellana Suárez), El desencanto (Jacinta Escudos), Olvida uno (Claudia Hernández), Arizona Dreaming (Berne Ayalá), El rostro en el espejo (Carmen González Huguet), El sueño de Mariana (Jorge Galán)... Son tantos títulos que les puedo mencionar ahora.
Todos ellos son salvadoreños. La mayoría ha obtenido galardones por sus obras. Pero es raro, casi milagroso, que nuestros medios de comunicaciones les den el apoyo y la publicidad que necesitan.
El domingo 20 de junio se publicó en la revista Séptimo sentido, un reportaje sobre lo que significa ser escritor en El Salvador. El texto no me resulta nada novedoso. En el pasado ya había leído otros artículos que hacen mención a lo difícil que es esa profeción el El Salvador. Recuerdo el artículo: ¿Dónde están los editores salvadoreños? de la escritora Jacinta Escudos; tambien el artículo: No editar poesía en El Salvador, del también escritor Javier Alas. Ambos textos nos hablan de lo complicado que es querer editar un libro. (Mucho más que escribirlo)
Este nuevo reportaje agregar algo que ya había tenido la oprtunidad escuchar antes. Según el director de la DPI van a desarrollar proyectos para publicar nuevos autores. Lo mismo que escuché cuando entrevistaron al secretario de cultura en el programa sábatino de radio: La hora de Sofía, transmitido a las 10 de la mañana en YSUCA.
Pero siguen publicando los mismos libros de siempre. Salarrué, Claudia Lars, Alfredo Espino, Francisco Gavidia, etc. Las mismas obras que si se venden es porque los distintos colegios del país, por órdenes del Ministerio de Educación, exigen que lean esas obras. Pero si alguien quiesiera leer otro libro, lo más probable es que no lo encuentre.
Gracias a la biblioteca de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, he podido encontrar ciertos libros salvadoreños que deseaba leer. Lo triste que la mayoría de esos libros están agotados en el país. Ejemplo de esos textos: Apuntes de una historia de amor que no fue, Jacinta Escudos (UCA Editores); El desencanto, Jancinta Escudos (DPI); ¿Qué signo es usted niña Berta? Horacio Castellanos Moya (UCA Editores); Solamente una vez, Francisco Andrés Escobar (DPI); Mediodía de frontera, Claudia Hernández (DPI) entre otros. Es más, si uno observa los títulos de la colección Ficciones de la DPI y la compara con el catálogo en linea verá que ya no están varios libros. Ninguno de esos autores son de los "clasicos" (como suelen llamar) que aparecen en libros como: 100 Escritores salvadoreños, Roxana Beatriz López Serrano (Clasicos Roxsil). Todos son escritores de la nueva generación.
Es triste que tengan que llegar a auto-publicarce para poder ser leidos. Es aún más triste que hayan escritores (de muy buena calidad) como es el caso de Maurico Orellana Suárez que termina regalando su obra a todo aquel que se la pieda (La envía por correo electrónico). En una entrevista publicada en internet, el autor de Te recuerdo que moriremos algún día, confieza que algunas de sus obras han sido negadas a edición porque sus temas no son adecuados... quizás si estuviérmos en Alemania (Le dicen los editores).
Me imagino que ser escritor y tener la mayoría de sus textos inéditos ha de ser frustrante. Sobre todo si a veces se lee en el periódico un reportaje sobre la publicación de un libro sobre la misma guerra, la misma violencia, la misma pobreza del país. Peor aún ver como reimpremen libros que saben que la nueva generación no los leen con el mismo placer de otras generaciones. Leer en los diarios que van a premiar a no-se-quien por su "trayectoria poética" y aportes a la economía nacional (cuando en realidad no hay tal trayectoria ni aportes).
Es nuestro deber como salvadoreños apoyar lo nuestro. ¿Pero cómo lo podemos apoyar? Qué fácil sería abrir una cuenta de facebook para reunir seguidores que estén de acuerdo con que se promueba la literatura fresca del país. Pero dos limitantes tiene esa idea. Cada vez son menos los salvadoreños que prefieren leer. Segundo, es esperar a recibir la misma respuesta: "Ya estamos trabajando en eso" pero nunca veremos resultados.
Lo único que intento hacer con este artículo es pedirles que apoyen lo nuestro. Compren los textos frescos que hay en el país. Libros como: Los locos mueren de viejos, La díaspora, Te recuerdo que moriremos algún día, El vendedor de libros, A-B-Sudario, Bitácora de Caín, El sueño de Mariana, Trece, De fronteras, Ciudad de Alado, El diablo sabe mi nombre, El siglo de O(g)ro, El rostro en el espejo, etc. Para que nuestros escritores sientan seguridad que al terminar un libro serán leidos.
Enlaces que pueden consultar:
Felipe García
20 de junio del 2010

jueves, 10 de junio de 2010

La pregunta más tonta del mundo

Odio todas esas preguntas que la gente suele hacer cuando ya no tiene ningún tema de conversación que proponer. Para seguir hablando, preguntan: ¿Cuál ha sido el momento más emocionante de tu vida?
Dan ganas de responderle: "Oye, si no tiene nada más que hablar entonces ya no hables. Evita preguntar cosas que en primera no te interesan y en segunda hace quemar neuronas innecesariamente. Los que estudian ingeniería en la UCA, y llevan Técnicas de redacción" les pidieron hacer un texto sobre esa pregunta. ¿Cuál ha sido el día más emocionante de tu vida? Si yo hubiera tenido la oportunidad de entregar un reporte les hubiera dicho esto:
Pensar en el momento más emocionante de mi vida ha sido difícil. Tomando en cuenta que las emociones son relativas. Lo que a mí me puede parecer emocionante, para alguien más puede resultar superfluo. Lo que a otro le puede parecer emocionante, me puede significar muy personal.
Con 19 años de edad, no puedo decir aún cuál ha sido el día más emocionante de mi vida. ¿Cuáles pueden ser los grandes logros de un joven que apenas ha concluido sus estudios de bachiller, para adentrarse al mundo universitario? ¿La acertada elección de mi carrera? Eso no lo puedo decir aún.
Los momentos emocionantes los vivimos todos los días, aunque no los sepamos valorar. El problema es que también, al igual que ciertos animales mudan de piel, nosotros mudamos emociones a medida que vamos creciendo. La primera vez que fui a un concierto, uno de La Ley, me resultó bastante excitante. Las luces apagándose, los gritos del público, las primeras notas en sonar. Todo te resulta nuevo. He ido a un par de conciertos más después de aquel. No es la misma emoción.
A medida que crecemos, evolucionamos. Son dos términos completamente distintos. Crecer se limita a lo físico. Se restringe a decir que ayer medía un metro con cuatro centímetros y ahora mido un metro con cinco centímetros. Pero evolucionar es ser más complejo. Lo que ahora pienso lo puedo hacer con muchos más criterios que con los que lo pude pensar un día o un año antes.
Lo único seguro en afirmar es que todo aquello que nos resulte nuevo, o simplemente extraño, será emocionante para nosotros. Es el factor común en nuestra naturaleza humana. Es lo que nos diferencia de otras especies. Nuestras emociones son versátiles. El miedo es una emoción. La tristeza también lo es. Un día en que pase llorando, puede ser el día más emocionante de mi vida.
Puedo concluir con una lista de eventos que no puedo olvidar. Mi cumpleaños de hace tres años. El día de mi graduación escolar. Todos esos eventos, los esperados por muchos, podrían ser los dignos candidatos a un ensayo sobre el día más emocionante de mi vida. Pero si somos consientes de la naturalidad de las palabras, podríamos agregar también aquellos momentos que aún deseo olvidar. Es elección del lector tomar un evento como respuesta al día más emocionante que he tenido.
La pregunta es:
¿Ustedes qué opinan?